Opinión

Las lenguas originarias en la comunidad, en la escuela y en el espacio virtual

Martha Josefina Franco García


Miembro del SNI desde el 2016 y Doctora en Pedagogía por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México; es Maestra en Educación Campo formación docente en el ámbito regional por la Universidad Pedagógica Nacional U-211 y Profesora de Educación Primaria por la Escuela Nacional de Maestros. Tuvo una Estancia posdoctoral en la Universidad Iberoamericana, ciudad de México. Sus líneas de investigación versan sobre educación y migración y el derecho a la educación. A


El 21 de febrero, Día internacional de las lenguas indígenas...

Fotografía: Esferas Pedagógicas

 

En México aún se hablan 68 lenguas indígenas, (INALI). Según el CENSO 2020 los hablantes de éstas suman 7 millones 364 mil 645 mexicanos, lo que representa el 6.1% de la población de nuestro país; y si bien, la mayoría de las personas hablantes de una lengua indígena son bilingües, es decir que hablan su lengua además del español, encontramos que el 12% de ellos habla solamente su lengua materna (INEGI, 2020).

Los espacios donde aún fluyen estas lenguas, a pesar de las adversas condiciones históricas de aniquilación de la palabra, son sobre todo los familiares y comunitarios. Generalmente es el territorio como espacio cultural vivo (Giménez, 1999), donde se sostienen las prácticas sociales de los pueblos y se construye comunalidad. Dentro de este gesto propio y común, se habla desde los lazos identitarios para decir lo que son y la forma en que nombran su realidad.

Mantener estas lenguas vivas a pesar de históricas políticas de exterminio, nos muestra el valor que han tenido al interior de las comunidades, para transmitir lo que las otras lenguas no están en condiciones de lograrlo, además, forman parte de la identidad que constituye un elemento importante que marca límites de ser y entender del sujeto colectivo, en relación con los otros grupos sociales.

La comunidad como espacio de las interacciones cotidianas es el entorno del habla, allí fluye la lengua como mediación cultural que crea vínculo, que sostiene identidades y crea proyectos, es allí donde el rastro propio se hace presente y puede medirse la vitalidad. El saludo, la pregunta, la charla, la voz que se hila con otras voces para decir-se y dar-se configurando trama social, como impronta ante estos tiempos de violencia, miedo al otro, despojo del territorio y consumo voraz.

En este tiempo convulso donde a fuerza de resistencia y de lucha histórica de los pueblos indígenas por su reconocimiento, se han dado pronunciamientos y lineamientos de organismos internacionales y nacionales sobre los derechos de los pueblos indígenas y entre ellos su derecho al uso de sus lenguas y  más allá de dictar  tiempos relativos como “El decenio de las lenguas indígenas” o “El día de las lenguas maternas”; encontramos en las comunidades el germen de la toma de conciencia, las nuevas generaciones dentro o fuera de sus comunidades están recuperando sus lenguas con gran dignidad, como vínculos de comunicación cotidiana, pero también para crear literatura, música, teatro, etc. Recordemos a los escritores en lengua náhuatl, zapoteca, rarámurí, etc, las pirekuas purepechas, a los músicos tzotziles, la remasterización del xochipitzauatl o el bolonchón por jóvenes ávidos de recuperar lo propio transformándolo. Una manera de responsabilizarse de su legado cultural y transmitirlo. 

De igual forma, se están impulsando proyectos que surgen en las comunidades para revitalizar la lengua, como el caso de los ngiguas de San Marcos Tlacoyalco decididos a recuperar y aprehender-aprender los saberes ancestrales de los abuelos sabios. Todas son voces nuevas y acciones políticas de resistencia, que junto a los abuelos hacen sonar la voz, en una trama intergeneracional que se mira y reconoce para defender y mantener sus lenguas como una forma de seguir siendo.

Las experiencias comunitarias de toma de conciencia del uso y transmisión de las lenguas originarias si bien son muchas, todavía no son suficientes para revertir o detener la pérdida de las lenguas que desde las relaciones de poder se denominan como minoritarias. Y si bien la comunidad es la garante de su preservación, pensemos también en el papel de la escuela. 

En la historia reciente de México se han instaurado programas para la atención de las y los estudiantes indígenas en educación básica, respondiendo a políticas públicas centralistas en un país que paradójicamente reconoce constitucionalmente la diversidad lingüística y cultural (Cámara de Diputados).

En la actualidad existe un modelo educativo nacional para educación básica con el que trabajan las escuelas de educación indígena, además en dichas instituciones educativas se realizan actividades enfocadas a la enseñanza de las lenguas y culturas  indígenas marcadas por Parámetros curriculares y Marcos curriculares para la atención de la población indígena y migrante.

Por la forma en que está organizado el  currículo nacional, las escuelas de educación indígena se inscriben a los planes de estudios vigentes e incorporan formas de trabajo planteadas en los marcos y parámetros curriculares de forma secundaria, debido a que éstos últimos no son el eje del proceso de enseñanza aprendizaje. 

Esto nos insta a cuestionarnos desde lo pedagógico, y a partir de los Planes y Programas de Educación Básica 2022 que entrarán en vigor  próximamente,  cómo se va a transitar  del dispositivo que da soporte a las prácticas docentes en las escuelas de educación indígena  (planes y programas de estudio únívocos, evaluaciones estandarizadas y la normatividad en materia de gestión instaurados a nivel nacional donde se guía a los centros educativos para que privilegien la enseñanza del español y matemáticas (manteniendo desdibujada la enseñanza de las lenguas indígenas) a los planteamientos de esta reforma curricular que sostiene un enfoque intercultural, flexibilidad curricular y uso de las lenguas maternas, todo esto que si bien no es nuevo en el discurso, ahora representa un reto con trascendencia ética-política. 

Pensamos entonces si podría deconstruirse dicho dispositivo, para construirse en su lugar, diversos modelos educativos que respondan al contexto local, nacional e internacional desde un posicionamiento político, ético y social inscrito en la igualdad, equidad y autogestión.

Esta necesidad de transformación, radica en que numerosas investigaciones han mostrado la persistencia de la desigualdad educativa en nuestro país, identificando a las escuelas de educación indígena en condiciones de mayor marginación en cuanto a personal docente, infraestructura, recursos materiales y entre estos últimos el tecnológico. Todo esto  repercute en bajos logros educativos de los estudiantes y a la no adquisición de un  bilingüismo coordinado.  

Otro aspecto que nos exige pensar en otras formas de construir la educación en las escuelas indígenas, es que en el campo de la formación indígena, marcado por las políticas públicas nacionales, ya existen propuestas educativas alternativas que se han diseñado y operan en diversas regiones del país. Éstas son de diferente alcance, desde experiencias de un centro educativo como la escuela Tosepan Kalnemachtiloyan, a programas de enseñanza implementadas en regiones como el PETEO en Oaxaca o la escuela Zapatista en los altos de Chiapas. Construcciones diferentes al proyecto educativo nacional considerados de gran importancia y trascendencia.

Reconocemos a estas alternativas como proyectos educativos inscritos en la arena política donde se disputan  el reconocimiento de sus procesos educativos y/o propósitos de formación, como construcción del sujeto social indígena. Por ello, consideramos que las alternativas en mayor o menor grado se inscriben como proyectos contrahegemónicos que en esta nueva transformación deben tener cabida y fuerte apoyo. 

Tomando en cuenta que “frente a la injusticia cultural es necesario plantear una política de reconocimiento sumada a una política de la redistribución” (Arizpe, 2006), el Estado debe otorgar de manera integral recursos que permitan crear o apoyar a las escuelas de y para la comunidad.

Otro aspecto que se vincula con la comunidad y la escuela en relación al uso de las lenguas indígenas, es el tecnológico, debido a que el espacio virtual se ha convertido en un recurso para que se escuchen estas voces y es que de manera procesual, los hablantes de las lenguas indígenas están empleando la tecnología (diversas redes sociales) para difundir la lengua, las expresiones artísticas, crear espacios de aprendizaje y desarrollo de temáticas relacionadas con la lengua y la identidad, entre otros usos. Todo esto se ha realizado antes de la Pandemia y durante ella, se advirtió una mayor proliferación. Por ello, no es fortuito que en el Día Internacional de la Lengua Materna 2022, el tema propuesto por la UNESCO fue “El uso de la tecnología para el aprendizaje multilingüe: retos y oportunidades”.

No obstante, en este aspecto debemos reconocer que si bien la INTERNET es un recurso que se piensa generalizado, no es un bien social, por lo que su uso sigue siendo selectivo y no tenerlo al alcance, se une a las exclusiones por ser “diferentes, desiguales y desconectados” (García Canclini, 2004). En estas circunstancias, sigue siendo la tecnología un recurso limitado para los más pobres, entre ellos las comunidades indígenas, aún así, no están del todo desconectados, pero es necesario el acceso universal para no seguir ampliando la brecha digital. 

Los espacios donde las lenguas maternas se usan: la comunidad, la escuela y la virtualidad, nos permiten identificar su potencial, sin embargo, sin políticas de reconocimiento y redistribución capaces de remontar la historia de exterminio, no se podrán remontar la condición actual de éstas e instalarlas con la vitalidad que necesitamos para no seguirlas pensando como lenguas minoritarias.  

El 21 de febrero, Día internacional de las lenguas indígenas nos permite mostrar la compleja realidad en que se inscribe el uso de las lenguas indígenas y cómo se articula la comunidad, la escuela y la tecnología en su vitalidad.