Por Hubert Mariúwàa
Contento de terminar la edición de un nuevo libro, “Xó nònè jùmà xàbò mè phàà/ El cómo del filosofar de la gente piel”, me llevó más de 10 años pensar y escribir sobre mi cultura mè’phàà, me invade también una tristeza porque a muchos xi’ña (abuelos guía), con los que platiqué y prometí esta obra, ya no están en este tiempo. Agradezco la confianza de amigos y amigas que son parte de este pensamiento colectivo. Todo es posible si hay confianza en la palabra, gracias a Isadora Hastings de Cooperación Comunitaria, Abel Barrera de Tlachinollan, Héctor Martínez de Oralibrura, Enrique Flores de Adugo Biri, al colectivo Gusanos de la Memoria y a mis amigas Francesca Gargallo y Rocío Gonzáles por la eternidad y para volver a nacer en sus palabras, les dedico este libro.
Para escribir el libro, realicé el ejercicio de “marma’a àkiùn’/despertar el corazón para recordar”, volver a pensar en colectivo a partir de la lengua y la memoria oral. Este recordar lo hago en conjunto con mi madre Valentina Calleja Gálvez y mi padre Guillermo Martínez Santiago, mis guías y el corazón de este libro.
¿Por qué llamar a los mèʼphàà con el sobrenombre de gente piel? En México, durante la época prehispánica, se les llamó yopes o tlapanecos, en Nicaragua se les conoció como maribios, sutiaba o sĭndiŏ y en Costa Rica se les nombró sebtevas. Se les caracterizó por sus rituales relacionados con la piel e históricamente fueron conocidos por estas prácticas, incluso en la actualidad el idioma conserva reminiscencias de estas ceremonias, por ejemplo, la palabra Xtá/piel es la matriz del pensamiento mèʼphàà, y la palabra tsínaʼ/cicatriz, la huella en la piel, refiere a los tipos de escritura. Desde los horizontes epistémicos, la pedagogía oral (xó/cómo), la ética (xtá/piel), la poética (naxtoʼò anjgáa/ hacer piel de palabras) y lo político (xtángoo/piel de palabras), así como el habitar (xtáa/estar) y la memoria (tsinaʼ/cicatriz), el libro Xó nònè jùmà xàbò mè´phàà/El cómo del filosofar de la gente piel es un testimonio escrito en la piel de dos mundos, se circunscribe en su tiempo y se traduce el pensamiento para ser puente de diálogo entre la escritura/cicatriz mèʼphàà y el español, la lengua hegemónica. La piel es el lazo que une al tiempo prehispánico con el actual, un códice que nos revela el sentir mèʼphàà para entender su fortaleza en el territorio de La Montaña de Guerrero.
Gracias